Todos hemos estado allí. Estás sentado con un delicioso trozo de pastel de chocolate o esa porción de pizza perfecta, saboreando cada bocado. Pero por muy satisfactorio que sea el momento, a menudo no pasa mucho tiempo antes de que se te antoje algo más. ¿Por qué disfrutamos la comida pero rápidamente empezamos a buscar el siguiente capricho? Esta tendencia puede estar relacionada con lo que se conoce como la “cinta de correr hedonista”, un concepto que explica nuestra búsqueda incesante del placer y la sensación de que nunca estamos del todo satisfechos.
En este artículo, profundizaremos en qué es la cinta de correr hedónica, cómo da forma a nuestros hábitos alimentarios y por qué comprender este concepto puede ser crucial para tener relaciones más saludables con la comida. Exploremos cómo nos afecta la rutina hedónica y las formas de manejarla para encontrar una satisfacción genuina en nuestras elecciones alimentarias.
¿Qué es la cinta de correr hedónica?
La cinta de correr hedónica es un concepto psicológico que sugiere que los humanos tenemos una tendencia natural a volver a un nivel relativamente estable de felicidad a pesar de cambios o logros significativos. Imagínese recibir un gran aumento, un auto nuevo o una comida deliciosa; Estas cosas nos traen alegría al principio, pero pronto esa felicidad comienza a desvanecerse y volvemos a nuestro nivel de felicidad “básico”. Es como si estuviéramos corriendo en una cinta, siempre moviéndonos pero sin llegar necesariamente a ninguna parte en términos de satisfacción duradera.
Este concepto fue desarrollado por primera vez por los psicólogos Philip Brickman y Donald T. Campbell en la década de 1970. La idea está estrechamente relacionada con la teoría de la "adaptación hedónica", según la cual las personas se adaptan rápidamente a cambios positivos o negativos, lo que significa que incluso si logramos algo que hemos deseado durante mucho tiempo, no nos hace más felices a largo plazo. correr.
Cómo se aplica la cinta de correr hedónica a los hábitos alimentarios
Ahora, llevemos este concepto al mundo de la alimentación. Piense en su última comida indulgente. Probablemente se sintió genial, pero ¿cuánto duró esa satisfacción? Tal vez sólo unos minutos u horas, o tal vez hasta que surgiera el siguiente antojo. Para muchos de nosotros, el placer de comer es pasajero y, en poco tiempo, anhelamos algo más. Este ciclo interminable de comer, sentir satisfacción y luego querer más es un excelente ejemplo de la rutina hedónica que actúa en nuestros hábitos alimentarios.
¿Por qué el placer por la comida desaparece tan rápidamente?
La respuesta corta: nuestros cerebros están conectados de esta manera. La comida es uno de nuestros placeres más primarios, por lo que el cerebro busca rápidamente nuevos sabores, texturas y experiencias. Los centros de placer de nuestro cerebro se activan con alimentos ricos en calorías, azucarados y grasos. Cuando comemos estos alimentos, nuestro cerebro libera dopamina, la hormona del "bienestar" que nos hace sentir felices y satisfechos. Sin embargo, este aumento de dopamina es temporal y, a medida que regresamos a nuestro nivel inicial, comenzamos a buscar más alimentos para recuperar esa sensación. Esta es la razón por la que el placer de comer suele ser de corta duración y por la que podemos sentir la necesidad de seguir comiendo bocadillos incluso si realmente no tenemos hambre.
El papel de la novedad en la satisfacción alimentaria
Otro factor aquí es el deseo de novedad. El cerebro está diseñado para buscar nuevas experiencias, un fenómeno conocido como neofilia. Cuando se trata de comida, esto significa que a menudo disfrutamos más probando algo nuevo que comiendo lo mismo repetidamente. Es por eso que los primeros bocados de una comida tienden a tener el mejor sabor, mientras que los bocados posteriores pueden no brindar el mismo nivel de placer. También es la razón por la que la gente se siente atraída por una variedad de sabores y por la que las “nuevas tendencias alimentarias” tienen un atractivo tan fuerte.
La ciencia detrás de la cinta hedónica y la alimentación
Para comprender la rutina hedónica de la alimentación, debemos observar más profundamente cómo el cerebro y el cuerpo procesan el placer de la comida. Cuando comemos, entran en juego varios sistemas y sustancias químicas del cerebro:
- Dopamina: a menudo llamada la "química de recompensa", la dopamina se libera en respuesta a estímulos placenteros, incluida la comida sabrosa. Sin embargo, cuanto más frecuentemente estimulamos la dopamina, más difícil resulta sentir el mismo nivel de placer, lo que genera un efecto de tolerancia.
- Endocannabinoides: estas sustancias químicas de nuestro cerebro interactúan con los receptores de cannabinoides, creando respuestas de placer y haciendo que ciertos alimentos (especialmente aquellos con alto contenido de grasas) sean más agradables.
- Orexin: este neurotransmisor desempeña un papel en la regulación del apetito y la vigilia. Los alimentos ricos en calorías tienden a aumentar la producción de orexina, aumentando nuestro estado de alerta y, en ocasiones, nuestro deseo de comer aún más.
Todos estos químicos hacen que comer sea placentero, pero sus efectos son temporales. Debido a que el cerebro está diseñado para adaptarse a estímulos consistentes, el placer disminuye, lo que lleva a la necesidad de comer más o diferentes alimentos para mantener esa sensación de recompensa.
Por qué algunas personas tienen más dificultades con la cinta hedónica para comer
No todo el mundo experimenta la rutina hedonista de comer de la misma manera. Varios factores pueden hacer que algunas personas sean más vulnerables:
- Genética: algunas personas tienen predisposiciones genéticas que las hacen más sensibles a la dopamina, lo que significa que experimentan un placer más intenso por la comida pero también pueden desarrollar tolerancia más rápido.
- Estrés y alimentación emocional: Los consumidores emocionales a menudo recurren a la comida en busca de consuelo y encuentran un alivio temporal en el placer de comer. Sin embargo, este hábito puede crear una dependencia de la comida para gestionar las emociones, fortaleciendo el efecto cinta hedónica.
- Dieta habitual: Restringir constantemente la ingesta de alimentos y luego darse un capricho puede hacer que el cerebro desee aún más alimentos ricos en calorías, amplificando el ciclo hedónico de la cinta rodante.
Comprender por qué la cinta de correr hedónica nos afecta de manera diferente puede arrojar luz sobre cómo abordar los hábitos alimentarios de manera más eficaz.
La conexión entre los alimentos procesados y la cinta hedónica
Una de las principales razones por las que la rutina hedónica es tan evidente en los hábitos alimentarios actuales es la prevalencia de alimentos altamente procesados. Los alimentos procesados están diseñados para ofrecer una potente mezcla de azúcar, sal y grasa, creando una experiencia "hiperpalatable" que desencadena un placer intenso. Estos alimentos también son fáciles de consumir rápidamente, lo que dificulta que nuestros cuerpos mantengan el ritmo de la cantidad que comemos antes de haber consumido mucho.
Cuando comemos alimentos procesados, tendemos a recibir una dosis importante de dopamina, pero es un efecto de corta duración. Muy pronto, anhelamos esa misma experiencia intensa, lo que nos lleva a buscar alimentos más procesados o porciones más grandes. Este fenómeno hace que los alimentos procesados sean particularmente insidiosos en la rutina hedónica, ya que están diseñados para hacernos volver por más.
Liberarse: cómo gestionar la cinta hedónica al comer
Comprender la rutina hedónica es una cosa, pero ¿cómo nos liberamos de este ciclo? Si bien es difícil evitar por completo la rutina hedónica, existen medidas prácticas que podemos tomar para encontrar una mayor satisfacción en nuestros hábitos alimentarios sin perseguir constantemente la próxima descarga de dopamina.
1. Alimentación consciente
La alimentación consciente implica prestar mucha atención a los sabores, texturas y sensaciones de los alimentos. Al comer lentamente y saborear cada bocado, le permites a tu cerebro procesar completamente el placer de comer, lo que puede ayudarte a sentirte más satisfecho con menos comida. Se trata de crear una conciencia más profunda de la experiencia alimentaria, haciendo que cada comida se sienta como un evento en lugar de una tarea rápida y sin sentido.
2. Centrarse en alimentos ricos en nutrientes
Los alimentos ricos en nutrientes (como verduras, frutas, proteínas magras y cereales integrales) ofrecen una satisfacción más duradera porque alimentan al cuerpo con lo que realmente necesita. Estos alimentos no crean el mismo aumento de dopamina a corto plazo que los alimentos procesados, pero proporcionan una energía más estable y sostenida que puede conducir a un nivel más estable de felicidad con el tiempo. Dar prioridad a estos alimentos ayuda a cambiar el enfoque del placer instantáneo al bienestar a largo plazo.
3. Aceptar la variedad con atención
La variedad en la comida es esencial, pero es importante gestionarla con atención. En lugar de saltar de una comida chatarra a otra, intente explorar diferentes formas de preparar comidas saludables. Experimentar con especias, métodos de cocción y combinaciones de alimentos puede crear una sensación de novedad sin depender de alimentos ricos en calorías o demasiado procesados.
4. Practicar la autocompasión y la regulación emocional
Para quienes luchan contra la alimentación emocional, es clave abordar los desencadenantes emocionales subyacentes. La autocompasión puede ayudar aquí. Si come debido al estrés, la ansiedad o la tristeza, reconocer estas emociones y permitirse sentirlas sin juzgar puede reducir la necesidad de comer como mecanismo de afrontamiento. Las técnicas de terapia, atención plena y regulación emocional también pueden ayudar a romper el ciclo hedónico relacionado con la alimentación emocional.
5. Establecer expectativas realistas sobre el placer alimentario
Otro enfoque crucial es ajustar las expectativas sobre el placer de la comida. Es fácil esperar que la comida traiga una felicidad profunda y duradera, pero esto suele ser poco realista. Al ver la comida primero como una fuente de alimento y luego como placer, podemos comenzar a ver la alimentación como una pieza de un rompecabezas más grande de nuestro bienestar, en lugar de la forma principal de sentirnos felices.
6. Permitir golosinas sin culpa
Por último, es importante evitar crear una mentalidad de “todo o nada” en torno a la comida. Permitirse golosinas ocasionales sin sentirse culpable puede reducir el deseo de darse atracones. Cuando nos restringimos demasiado, a menudo terminamos deseando aún más la comida prohibida, lo que hace que sea más difícil escapar de la rutina hedónica. El equilibrio es clave.
Conclusión: crear una relación más saludable con la comida
La rutina hedónica explica por qué nuestros antojos de comida pueden parecer un bucle sin fin, siempre buscando el siguiente "golpe" de placer, pero rara vez encontrando una satisfacción duradera. Al comprender este concepto, podemos comenzar a remodelar nuestra relación con la comida, aprendiendo a encontrar alegría en la moderación, la variedad y las elecciones conscientes. Si bien no podemos evitar por completo la rutina hedónica, podemos controlar sus efectos centrándonos en una alimentación consciente, alimentos ricos en nutrientes, conciencia emocional y expectativas realistas sobre el placer de la comida.
En última instancia, crear una relación más saludable con la comida significa reconocer que la verdadera satisfacción no proviene de perseguir placeres a corto plazo sino de nutrir nuestros cuerpos y mentes a largo plazo. Al salir de la rutina hedónica, podemos comenzar a encontrar satisfacción de maneras más simples y sostenibles, y tal vez incluso disfrutar un poco más de ese trozo de pastel.